No hay nada tan desagradable como estar en la oficina sudando la gota gorda por el calor que hace. Bueno, quizá sí: estar en el trabajo tiritando porque no puedes aplacar el frío. Ambas situaciones podrían quedar englobadas en lo que se conoce como estrés térmico. ¿Qué es exactamente? Y, lo que es más importante: ¿qué se puede hacer para evitarlo?
Qué es el estrés térmico
El estrés térmico se produce cuando la temperatura del ambiente no es la adecuada y nuestro organismo tiene que esforzarse para adaptarse a ella. Puede producirse porque hace demasiado calor o demasiado frío.
Como consecuencia, las personas que lo sufren sienten incomodidad, en un primer momento, pero también malestar. Y es que nuestro cuerpo pone en marcha los distintos mecanismos para intentar mantener nuestra temperatura interna a unos 36º o 37º. Cuando esta temperatura sube o baja, nuestro organismo no puede funcionar con normalidad.
Lo más normal es que el estrés térmico se produzca en situaciones en las que no podemos controlar la temperatura del espacio en el que estamos. Por ejemplo, una temperatura muy baja en el aire acondicionado de las oficinas o el calor estival para aquellos que trabajan al aire libre.
Tipos de estrés térmico
El estrés térmico se puede producir en dos situaciones: tanto por frío como por calor.
– El estrés térmico por frío
Cuando hace demasiado frío en el exterior, nuestro cuerpo lucha para que la temperatura interna no baje demasiado. Para ello, pone en marcha mecanismos como la vasoconstricción de la piel o la tiritera.
Si tenemos mucho frío, nuestro comportamiento puede ser extraño, baja nuestra capacidad mental y se reduce nuestra destreza manual. En los casos más graves se pueden llegar a desarrollar problemas para respirar, un incremento de la presión de la sangre, dolor corporal o, incluso, hipotermia.
– El estrés térmico por calor
Cuando la temperatura de nuestro alrededor es demasiado alta y, por tanto, hace mucho calor, nuestro cuerpo busca refrescarse. Para ello, entre otras cosas, utiliza la sudoración.
Un calor excesivo puede llegar a producir un golpe de calor. Este ocurre cuando la temperatura del cuerpo supera los 40º y viene acompañado de confusión, náuseas, mareos, fatiga, convulsiones, etc.
Consejos para evitar el estrés térmico
Cuando una persona sufre estrés térmico, no puede funcionar con normalidad. Además del malestar, se pueden producir otros síntomas que, en los casos más graves, pueden llevar a la muerte. En caso de que el estrés térmico se produzca en el trabajo, se aumentan las posibilidades de sufrir un accidente laboral y, por supuesto, el rendimiento del trabajador baja.
Por lo tanto, estos son algunos de los consejos a seguir para evitarlo:
– Fijar los sistemas de climatización a la temperatura adecuada. El Reglamento de Instalaciones Térmicas de los Edificios (RITE) propone cuál sería. En verano, se recomienda que esté entre 23º y 25º; y en invierno, entre 21º y 23º. En lo que se refiere a la humedad, debe estar entre el 45% y 60% en verano y en invierno entre 40% y 50%.
– Vestir de acuerdo a la estación del año en la que se esté. En verano, es recomendable llevar ropa más fresca y transpirable y en invierno ropa que abrigue más pero que no deje de ser cómoda.
– Siempre que sea posible, es necesario ventilar el ambiente. En verano, no se debe hacer en las horas de más calor.
– En los meses de calor, evitar practicar actividades físicas en el exterior en las horas centrales del día.
– Hidratarse correctamente, tanto en verano como en invierno. De esta forma, nos sentiremos mejor.
– Ir al médico en caso de síntomas de estrés térmico. No todos respondemos de la misma forma, ya que hay distintas variables que afectan a la hora de que el organismo reaccione: desde la constitución física, hasta la edad o distintas enfermedades que se puedan padecer.
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